La civilización occidental: del ocio al vicio
Lo demás es más conocido: el bloqueo de los medios y canales rusos en las redes y plataformas internacionales, que mucho más que internacionales, son norteamericanas. La suspensión de los conciertos, obras de teatro y eventos científicos, relacionados con actores, pensadores o directores rusos, o lo que suponga cualquier participación rusa. En las exrepúblicas soviéticas del Báltico y las vecinas Polonia y República Checa, la masiva destrucción de los monumentos a los soldados soviéticos que los liberaron del fascismo alemán. En Ucrania, primero fueron demolidos todos los monumentos a Lenin, luego a los héroes militares soviéticos, y ahora, a todos los poetas, escritores y científicos rusos. Lo que hace unos años era un escándalo, ahora ya ni siquiera es noticia.
Por todo eso, es importante analizar la lógica de la ‘cancelación cultural’ de Rusia no solamente como una enorme injusticia histórica y por la provocación política, sino como un crimen de lesa humanidad dirigido contra todos, incluidos los pueblos de los países que promueven estas políticas. El sistema neoliberal, en su afán de conservar su poderío en el mundo, está a punto de sacarle las pupilas a los rostros de nuestras culturas, a las que está derrumbando. La salvación y la supervivencia misma, ahora más que nunca, son una tarea colectiva.
Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de su autor y no representan necesariamente el punto de vista de RT.
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